Pudieron conocer los cinco pasos para el abordaje de las crisis y las redes de apoyo dispuesta para la derivación de casos.
Profesionales del Programa de Acceso a la Educación Superior (PACE) y de la Unidad de Acompañamiento Estudiantil (CIMA) perteneciente a la Dirección de Ciclo de Vida Estudiantil (CIVE) de la Universidad de Talca, participaron en dos jornadas de capacitación, cuyo objetivo fue la entrega de herramientas de primeros auxilios psicológicos para el abordaje de los estudiantes de educación media y universitaria.
Yerca Benítez, coordinadora ejecutiva del programa PACE de la UTalca, aseguró que ante los nuevos escenarios que surgieron con la llegada de la pandemia y el retorno a la presencialidad, los profesionales plantearon la necesidad de tener mayores habilidades para abordar y enfrentar las situaciones que exponen los jóvenes relacionadas con la salud mental, para dar el mejor acompañamiento psicosocial y emocional a los estudiantes.
Cifras preocupantes
Un estudio realizado por académicos de la Universidad de Talca y de la Universidad de Los Andes, en la que se encuestó a más de cinco mil estudiantes de distintas carreras, evidenció que un 20,4% de los universitarios estaría en riesgo suicida, mientras que un 54,6% mostró índices de estrés, un 37,9% presentó ansiedad y un 37,1% depresión.
A ellos se le suma que, según un análisis realizado por UNICEF durante el 2021, denominado “Estado Mundial de la Infancia 2021, En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia”, más de 1 de cada 7 adolescentes de 10 a 19 años sufre un trastorno mental diagnosticado en todo el mundo.
De esta forma, las estimaciones de UNICEF establecieron que casi 46.000 adolescentes se suicidan cada año. Además aseguraron que sigue habiendo grandes diferencias entre las necesidades relacionadas con la salud mental y los presupuestos de salud que los gobiernos mundiales destinan a esta temática, ya que lo que se otorga son el 2%.
Al respecto, Paola Morales, directora de la Dirección de Ciclo de Vida Estudiantil (CIVE), reconoció la pertinencia de la capacitación y la importancia de que los profesionales de acompañamiento cuenten con las herramientas necesarias para entregar los primeros auxilios psicológicos para luego derivar a los jóvenes a las redes de apoyo que corresponda.
Los pasos a seguir
Rolando Torres, psicólogo clínico, fue el encargado de impartir la capacitación. Durante su exposición confirmó el aumento de solicitudes de consulta por parte de los jóvenes asociadas a condiciones de ansiedad, depresión, manías e intentos suicidas relacionados a episodios de desadaptación generados por la pandemia.
“Una crisis es un estado de desorganización que sucede de forma inesperada, sobrepasa las capacidades habituales para enfrentar los problemas, generan estrés y la pérdida de la sensación de control”, detalló el psicólogo quien además explicó los pasos a aplicar para realizar los primeros auxilios psicológicos.
“El primer paso es la escucha activa. Hablar ayuda a disminuir la actividad de las estructuras cerebrales, quien escucha debe planificar preguntas más enfocadas en cómo se siente la persona, evitar decir ´deberías´ ya que generaría sentimiento de invalidez, así como evitar la positividad tóxica”, explicó.
El segundo paso propuesto es el entrenamiento de la (B)entilación. Según el experto, se logra realizando ejercicios de respiración lenta, diálogo, ejercicios de relajación y todo aquello que contribuya a disminuir los niveles cardiacos.
Asimismo, se deben jerarquizar las necesidades de la persona en crisis, para ellos, comentó Torres, se puede emplear la esquematización de sentimientos entre positivos y negativos en papel.
“No es tan sencillo”
Las redes de apoyo son sin duda uno de los pasos más importante de los primeros auxilios psicológicos y en ocasiones los más complejos. En primer grado, se encuentran los familiares y amigos quienes pueden escuchar y contener; segundo, la universidad o lugar de estudio que podrá ofrecer atención con un especialista en salud mental. Si se trata de una crisis crónica debe ser derivada a las redes terciarias como el Fono Infancia, Salud Responde, Fono de la Mujer y urgencias de centros de salud.
“No es tan sencillo como parece, las redes de apoyo pueden generar más problemas que soluciones. En el país no hay educación sobre la salud mental, las familias a veces no están preparadas para abordar una crisis de alguno de sus integrantes, se tienden a invalidar sentimientos y a disminuir la empatía para con la persona”, explica.
A ellos se le suma, según el especialista, que los servicios de ayuda psicológicas de los centros de salud están copados, con disponibilidad de citas para mínimo seis meses, si se trata de una urgencia.
Es por ello que asegura se debe trabajar en la psicoeducación, la última parte de los primeros auxilios psicológicos. “Debemos educar con respecto a que está bien no estar bien, que las crisis además de sentimientos generan cambios fisiológicos impulsados por las hormonas, que el estrés es un proceso de reacción ante una situación que fragiliza las emociones. Lo más importante, tal vez, es que las crisis nos motivan a redefinir nuestros proyecto de vida, a readaptarnos para dar continuidad y a actuar con resiliencia”, finalizó.